miércoles, 29 de febrero de 2012

Motivación y recompensa

Se suele generalizar en la idea de que cuando la mayoría de los alumnos aprueban un examen es porque era fácil mientras que se les atribuye una mayor capacidad a los pocos que logran superarlo. Los alumnos no saben darle valor a su fracaso, cada uno lo interpreta de una forma diferente, otorgándoles un significado muy negativo en algunos casos.
Algunas investigaciones han concluido que muchos profesores son los culpables del fracaso de los alumnos, ya que el garantizarles el éxito siempre acaba convirtiéndose en un  impedimento para el correcto funcionamiento del aprendizaje en la escuela.
Según Ferdinand tiene que existir un equilibrio entre la probabilidad de éxito y de fracaso, el no llegar a ese equilibrio acaba en modelos atípicos de conductas. Los alumnos pueden llegar a creer en expectativas que no se ajustan con la realidad de sus posibilidades y los profesores pueden contribuir a estas falsas percepciones premiándoles por el esfuerzo que efectúan sin tener tanto en cuenta la capacidad que el alumno tiene para realizar una determinada tarea.
 No se puede recompensar a un alumno cuando está realizando una  tarea porque disminuiría la motivación de éste en tareas posteriores. Sobrecargar a las personas de actividades crea un efecto negativo en el sujeto, el cual acaba perjudicando cuando hay que elegir entre tareas fáciles o difíciles. También existe menos creatividad y flexibilidad cuando hay que solucionar un problema y las recompensas extrínsecas afectan al peor recuerdo de la información.
Los estudiantes que utilizan el principio del mini-maxi quieren lograr el máximo beneficio a través del mínimo esfuerzo porque se acostumbran a ser siempre premiados por su buena conducta y trabajo escolar.
En cuanto a la forma de calificar pueden ser favorable o desfavorable, pudiendo desmotivar a los estudiantes que lo necesitan y motivar a los que no lo necesitan tanto,  acabando éstos en lo que se conoce como el almacenamiento de niños.
Los profesores tienen que motivar a los alumnos fomentando la creencia de que es capaz de realizar una tarea y no desde el punto de vista de las limitaciones que posee cada uno. Hay que dejarlos desarrollar su propia capacidad de aprendizaje permitiéndoles que ellos mismos expresen sus propios puntos de vista sobre que desean aprender y no marcarles siempre unas pautas rígidas.
Los centros educativos deben prestar más atención a niños desfavorecidos, y no guardarlos en el cajón del olvido, porque ellos se merecen la misma oportunidad de aprendizaje que el resto de los alumnos.

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